Si abro puertas,
no sólo la claridad
y el aire nuevo del día entran,
se cuelan suplicios que dejan
interrogantes pero;
cuando inhalo, quiero colmar
de nueva armonía la sencillez
de mi cordura para que no decline
...Oírme argucias hirientes,
ya mi tiempo conoce
remotos argumentos que dejan
trémulos interrogantes.
Hay momentos en descenso
entre dudas que dejan
consecuencias sin fundamento.
Mientras, la maldad tiene adictos,
renueva sus lacayos y deja
clamores humanos donde acede.
Díaz Casares
La palabra "clamor" puede referirse a un ruido fuerte y confuso, especialmente el producido por personas que gritan o hablan en voz alta. También puede usarse como verbo para significar hacer un ruido fuerte o gritar a viva voz. En un contexto más amplio, suele transmitir una sensación de urgencia o una fuerte demanda de algo.IA.

https://manus.im/share/file/643df47b-fa10-4fdf-b485-b4c47db4a1d3
La maldad tiene adictos" de Díaz Casares es un poema
que, a través de un lenguaje introspectivo y evocador,
aborda la compleja relación del ser humano con el mal
y la búsqueda de la paz interior. El poema se estructura
en verso libre, lo que le confiere una cadencia natural
y permite que el foco recaiga en el contenido y la
resonancia de sus ideas
El poema de Díaz Casares presenta un profundo retrato de la lucha interna y existencial, utilizando metáforas visuales y estructurales para explorar temas como la vulnerabilidad, la búsqueda de claridad y el enfrentamiento con el mal.
El poema es un rapsodio de la mente en lucha. A través de metáforas precursoras y un lenguaje sutilmente desgarrado, Díaz Casares describe cómo la apertura a lo nuevo (cognitiva o emocional) siempre trae consigo riesgos, pero también cómo el mal persiste no por fuerza, sino por la adhesión manifiesta de sus seguidores ("adictos" y "lacayos"). La estructura inestable del poema y el polifonismo (multitudes de "interrogantes") evidencian que este texto no solo es una introspección, sino también una **crítica social al statu quo** y un llamado a la claridad personal en un mundo que parece negarla.
En definitiva, Díaz Casares plantea que mantener la "sencillez" y "armonía" ante la inseguridad existencial y la oscuridad ajena es un acto de resistencia casi imposible, pero esencial si no se quiere caer en la autodegradación o la sumisión a la maldad.

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