Mirar las ruinas batiendo siglos
y azuzando incógnitas entre
un colapso de preguntas sin cauce,
que devanean el roce de lo incierto
...Podemos distraernos con
las lágrimas que lubrican
los dolores del pasado,
dejando en los ojos miradas
con asombro contenido
o lanzando palabras
que los labios desconocen
pero; todo, depende del Tiempo
fugaz, misterioso
en sus estrictas sentencias.
JDC. Juan Díaz Casares
https://www.spain.info/es/lugares-interes/acueducto-segovia/
Análisis del poema "Mirar las ruinas batiendo siglos" de Juan Díaz Casares
Temas principales
1.El tiempo y la transitoriedad:
El poema se centra en la fugacidad del tiempo ("Tiempo fugaz, misterioso") y su capacidad para borrar, transformar o enterrar el pasado. Las ruinas simbolizan lo que queda de civilizaciones o momentos anteriores, ahora reducidos a preguntas sin respuesta ("incógnitas entre un colapso de preguntas sin cauce").
2.La memoria y el misterio:
La historia y sus vestigios generan incertidumbre ("roce de lo incierto"), mientras que el tiempo actúa como un juez implacable ("estrictas sentencias"), cuestionando cómo preservamos o reinterpretamos el pasado.
3.La emoción y el distanciamiento:
Las lágrimas que "lubrican los dolores del pasado" sugieren que el dolor histórico persiste, pero también se convierte en un mecanismo de distanciamiento o evasión. La mirada "con asombro contenido" y las palabras que "los labios desconocen" reflejan una tensión entre lo que se siente y lo que se expresa.
Imágenes y metáforas
Ruinas como metáfora del tiempo:
Las ruinas no son solo restos físicos, sino símbolos de lo que el tiempo destruye y de los interrogantes que deja atrás. La expresión "batiendo siglos" evoca un choque entre lo antiguo y lo presente, como olas que erosionan.
Lágrimas y dolor histórico:
Las lágrimas actúan como "lubricantes" para los dolores del pasado, sugiriendo que el sufrimiento colectivo se vuelve parte de la memoria, una forma de conexión con lo que fue. Sin embargo, también pueden ser un mecanismo de autoconservación.
La mirada y la palabra como mediadores:
Los ojos y los labios simbolizan la dificultad de asimilar o comunicar el pasado. La mirada contiene asombro, lo que implica una mezcla de fascinación y temor ante lo que no se puede entender. Las palabras desconocidas por los labios sugieren una desconexión entre pensamiento y expresión, típica en temas profundos como la historia o la identidad.
Estructura y forma
Estrofas breves y repetidas:
La constante estructura de tres versos crea un ritmo meditativo, reflejando la cadencia del tiempo. La repetición también enfatiza la circularidad de la reflexión: las ruinas, las preguntas, el asombro y las palabras sin fundamento se repiten como ciclos.
Enjambres y pausas:
El uso de enjambres (continuación de ideas entre versos) y el punto y coma en la tercera estrofa ("pero; todo, depende del Tiempo") generan una fluidez tensa, como si el pensamiento fuera interrumpido o condicionado por la inexorable marcha del tiempo.
Lenguaje abstracto y filosófico:
Casares evita imágenes concretas para enfatizar lo intangible del tiempo y la memoria. Palabras como "incierto", "misterioso", "sentencias" y "incógnitas" construyen un tono contemplativo y existencial.
Interpretación y simbolismo
El poema parece explorar cómo el tiempo, aunque fugaz, impone sus "sentencias" a través de la destrucción y la obsolescencia. Las ruinas son testigos mudos de un pasado que no puede ser recuperado, pero que sigue generando preguntas. La relación entre el presente y el pasado es tensa: no solo se hereda el dolor, sino que también se intenta "distraer" con emociones como lágrimas o asombro, que son tanto una forma de conexión como de evasión.
La personificación del Tiempo como un ente misterioso y estricto subraya su dualidad: es el único que decide qué perdura y qué se pierde, pero también es incomprensible ("misterioso"). Las "estrictas sentencias" pueden referirse a la imposibilidad de cambiar el destino de lo que fue, o a la manera abrupta en que el tiempo borra las huellas del pasado.
Contexto y estilo
Juan Díaz Casares, poeta español ligado al movimiento literario contemporáneo, suele abordar temas existenciales y espirituales. Este poema encaja en su estilo introspectivo y metafórico, donde la abstracción y la simbología sustituyen la narrativa directa. La brevedad y la ambigüedad son herramientas clave para invitar a la reflexión sobre la naturaleza efímera de la existencia y el peso del legado histórico.
Tono y atmósfera
El tono es contemplativo, melancólico y misterioso. La atmósfera evoca una sensación de asombro ante lo desconocido, mezclada con una tristeza contenida. La estructura y el vocabulario crean un ambiente de introspección, donde el lector es invitado a mirar hacia el interior y hacia el pasado con una mirada crítica y llena de preguntas.
Frases destacadas
"colapso de preguntas sin cauce":
Imagen poderosa que sugiere la avalancha de incertidumbres al confrontar lo antiguo. Las preguntas no tienen salida ("sin cauce"), lo que refleja la imposibilidad de resolver completamente el misterio del tiempo y la historia.
"palabras que los labios desconocen":
Paradoja que simboliza la dificultad de expresar lo que el pasado nos lega. Los labios, como órganos de comunicación, son incapaces de articular lo que el alma siente, lo que refuerza la idea de la inefabilidad del tiempo.
Conclusión
Este poema es una meditación sobre la imprevisibilidad del tiempo y su impacto en la memoria colectiva y el alma humana. A través de metáforas evocadoras y una estructura minimalista, Casares nos recuerda que el pasado es una selva de preguntas sin respuesta, y que nuestra relación con él depende de cómo el tiempo, en su dualidad de fugacidad y rigor, elige moldear lo que queda. La obra invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia y la imposibilidad de escapar al juicio inapelable del tiempo.
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