Todo transcurría
entre alegorías del pasado.
Entonces, los silencios
eran salobres, retorcidos
entre plagios usurpadores
de los pronombres
que orientaban
la ruta definida.
...Siempre quise
ahuyentar con palabras
silencios impuestos
a la luz de cada día
pero; de nuevo,
todo se resuelve
itinerante,
cargado de lastres
que intoxican.
Díaz Casares
Análisis del poema "Todo transcurría" de Díaz Casares
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El poema "Todo se resuelve itinerante" de Díaz Casares es una obra de profunda introspección y melancolía que explora la naturaleza cíclica de la existencia, el peso del pasado y la lucha por la autenticidad y la expresión en un mundo que a menudo parece distorsionado y opresivo. A través de una estructura de verso libre y un lenguaje evocador, el autor nos sumerge en un universo de reflexiones sobre la identidad, la memoria y la resignación ante las cargas emocionales que "intoxican" el espíritu.
"Todo se resuelve itinerante" es un poema que resuena con la experiencia humana de la incertidumbre y la búsqueda de sentido. La repetición de la frase central actúa como un mantra que subraya la naturaleza inconstante de la vida, donde los problemas y las situaciones no se resuelven de forma definitiva, sino que se transforman y reaparecen bajo nuevas formas. Esta itinerancia no es liberadora, sino que viene "cargado de lastres que intoxican", sugiriendo que el ciclo de la vida a menudo conlleva un peso emocional y psicológico que corrompe el espíritu.El poema aborda la influencia omnipresente del pasado, que no es un mero recuerdo, sino una fuerza activa que se manifiesta en "alegorías" y "silencios salobres". Estos silencios, lejos de ser vacíos, están cargados de dolor y de verdades distorsionadas, "retorcidos entre plagios usurpadores". Esta imagen poderosa evoca la idea de que la historia y las narrativas colectivas o personales pueden ser manipuladas, robando la autenticidad y la dirección ("los pronombres que orientaban la ruta definida").La voz poética expresa un deseo profundo de romper con esta opresión y de encontrar la verdad a través de la palabra: "Siempre quise ahuyentar con palabras silencios impuestos a la luz de cada día". Sin embargo, este anhelo choca con la realidad de que, a pesar de los esfuerzos, la vida sigue su curso "itinerante", trayendo consigo nuevas cargas que "intoxican". Esta resignación final no es de derrota total, sino de una aceptación melancólica de la condición humana, donde la lucha por la expresión y la autenticidad es constante, pero el alivio definitivo es elusivo.En resumen, el poema de Díaz Casares es una meditación sobre la condición efímera y a menudo dolorosa de la existencia, la carga del pasado distorsionado y la lucha incesante por la verdad y la expresión en un ciclo que, aunque se resuelve, lo hace de manera itinerante y con un costo emocional significativo. La riqueza de sus metáforas y el tono reflexivo invitan al lector a una profunda introspección sobre su propia experiencia de la vida y sus "silencios impuestos".



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