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miércoles, 13 de agosto de 2025

Tiempo ya pasado


No logro liberarme

de la antología mental

y sus recuerdos baldíos.

Nunca me dejé llevar

por derroteros de ambiciones,

ni impulsé desplantes

a los acuerdos debatidos.

La ruta de mis pasos,

quedó envuelta en nieblas

ofuscado entre criterios 

sin índice definido

y pese a ello, pudo la razón

de haber cumplido


...Los hubo 

que se alojaron,

liberándose

de lastres molestos

sin debate alguno.

Sé bien, que mirar atrás

en tiempo pasado,

no remedia lo hecho 

convertido ya,

en recuerdos mentales,

y el duerme vela de un viejo.

Díaz Casares



Interpretación y Síntesis del Análisis

El poema de Díaz Casares es una profunda meditación sobre la memoria, el paso del tiempo y la aceptación de la propia trayectoria vital. A través de un lenguaje introspectivo y el uso de metáforas evocadoras, el autor nos sumerge en la psique de un yo poético que, en su vejez, reflexiona sobre su pasado.
La "antología mental" y los "recuerdos baldíos" establecen desde el inicio el tono melancólico y la lucha interna del hablante con su propia historia. No es una lucha activa por olvidar, sino una incapacidad de liberarse de la carga de lo vivido, incluso cuando esos recuerdos carecen de valor o propósito en el presente. Esta persistencia de la memoria, que se convierte en un "duerme vela de un viejo", sugiere que el pasado no solo es inmutable, sino que se fusiona con la identidad del individuo en sus últimos años.
La vida del yo poético se presenta como una senda sin grandes ambiciones ni confrontaciones, un camino que, aunque envuelto en "nieblas" y "vericuetos sin índice definido", le otorga la satisfacción de "haber cumplido". Esta satisfacción no proviene de logros externos o reconocimientos, sino de una coherencia interna, de haber vivido de acuerdo con sus propios principios, lo que contrasta con aquellos que se liberaron de "lastres molestos sin debate alguno". Esta comparación introduce una sutil reflexión sobre las diferentes formas de enfrentar la vida y sus desafíos, y quizás una aceptación de la propia carga como parte de la autenticidad.
El poema culmina con la resignación ante la inutilidad de mirar hacia atrás para cambiar lo ya hecho. Los recuerdos, aunque "baldíos", son una parte intrínseca de la existencia del anciano, una compañía constante en su "duerme vela". La obra, en su conjunto, es un lamento sereno y una aceptación de la condición humana, donde el pasado, con sus luces y sombras, define el presente y el futuro del individuo. Es un poema que invita a la introspección sobre el propio camino y la relación con la memoria.





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