Para qué inquietarse
recuperando nombres,
ni siquiera latitudes.
Todo lo pasado,
dejó sonidos y senderos
cargados de espejismos.
La memoria retiene,
lo que cada día
se tornó en lujuriosas
vivencias sin sentido.
...El Tiempo se nos va;
apenas deja un sueño
cargado de tumultos pasajeros.
Diaz Casares
El poema de Diaz Casares transmite una profunda reflexión sobre la naturaleza efímera del tiempo y la memoria selectiva. A través de sus versos, el autor explora varias ideas centrales:
La futilidad de aferrarse al pasado:
El poema comienza cuestionando la necesidad de "inquietarse / recuperando nombres, / ni siquiera latitudes". Esto sugiere que los detalles concretos y específicos del pasado pierden importancia con el tiempo.
La naturaleza engañosa de los recuerdos:
La frase "dejó sonidos y senderos / cargados de espejismos" indica que lo que recordamos no es una réplica exacta de la realidad, sino una versión distorsionada, casi ilusoria, de lo que fue.
La memoria selectiva y hedonista:
afirma que la memoria no guarda todo, sino que "retiene, / lo que cada día / se tornó en lujuriosas / vivencias sin sentido". Esto apunta a que tendemos a recordar las experiencias intensas y placenteras, aunque en la gran perspectiva del tiempo, carecieran de un propósito trascendental.
La fugacidad de la vida:
La conclusión, "...El Tiempo se nos va / apenas deja un sueño / cargado de tumultos pasajeros", encapsula el mensaje principal. Compara la vida con un sueño breve y agitado, subrayando lo rápido e incontrolable que pasa el tiempo, dejando tras de sí solo una vaga impresión de experiencias pasajeras.
En esencia
El poema transmite una sensación de melancolía y resignación ante el paso inexorable del tiempo. Invita a reflexionar sobre cómo construimos nuestros recuerdos y la importancia que damos a vivencias que, finalmente, se desvanecen en la corriente de la vida.



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