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lunes, 20 de octubre de 2025

El ocaso apresura.


Se va el Sol de la tarde,
dejando senderos
de nostalgia
que el ocaso apresura.

En mis ojos quedaron
sus arreboles, 
ésa luz dorada
de efímera presencia.

Otoño va con su tiempo 
removiendo paisajes 
que aceleran sin pausa 
entre vientos y lluvias,
una triste acometida 
de esperanzas perdidas.

Tarde de Otoño
en mí, donde la voz
o el gesto, asienten
dejar seguir los sueños,
hacia un inevitable declive.
Díaz Casares 


https://sunrise.maplogs.com/es/barcelona_barcelon_s_catalonia_spain.1498.html

El poema evoca una melancolía serena, una aceptación del paso del tiempo y de la transitoriedad de la vida y los sueños. La imagen del sol poniente —con sus “senderos de nostalgia” y “arreboles de luz”— sugiere ese instante en que la belleza se desvanece, pero deja una huella luminosa en la memoria.

El tono es contemplativo y otoñal, no solo por la referencia explícita a la estación, sino por la sensación de madurez interior, de quien observa el final de algo (una tarde, una etapa, una emoción) con una mezcla de tristeza y comprensión.

También puede interpretarse como una reflexión sobre la aceptación: “Todo pasa para que el tiempo lo acomode…” expresa una sabiduría resignada, una conciencia de que el tiempo da sentido —o resta— a las cosas, más allá de la voluntad humana.

En conjunto, el poema transmite:

  • Nostalgia por lo que se va.
  • Belleza efímera de la luz y de los instantes.
  • Aceptación del ciclo vital y del ocaso, tanto literal como simbólico.


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