Sobre el tiempo pasado,
nuestro hoy
que cumple a tientas
amores y dudas,
agotando insistente
los días que asoman
arropando nuestro
empeño de vida.
Sobre ése tiempo,
amontonamos esfuerzos
y amores inconclusos
que piden más horas
de soledad y descuido.
En el tiempo pasado,
dejamos mil huellas
e intentos furtivos
de asomarnos a penas,
a la luz del destino.
Díaz Casares
El poema evoca una profunda reflexión sobre el paso del tiempo y la huella que deja en la existencia humana. Hay una mirada melancólica hacia el pasado, pero también una aceptación serena de ese transcurrir inevitable.
A través de imágenes como “nuestro hoy que cumple a tientas amores y dudas” y “los días que asoman arropando nuestro empeño de vida”, el hablante poético sugiere la fragilidad y persistencia con que se vive: el esfuerzo diario por sostener amores, sueños, y sentido frente al desgaste del tiempo.
El “tiempo pasado” aparece como un territorio donde quedan los rastros del intento humano —“esfuerzos y amores inconclusos”, “mil huellas”, “intentos furtivos”—, pero también como un espacio que define la identidad y la memoria.
En conjunto, el poema transmite una nostalgia reflexiva, una meditación sobre lo vivido y lo inacabado, donde el pasado no se lamenta del todo, sino que se contempla con cierta ternura, reconociendo su papel en la formación del presente.



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