El delinquir de mi sombra,
o la arruga de tus gritos
sobre el mar,
no los esperes.
Aleja la voz y la mirada,
del espacio de ruegos
incomprendidos.
La luz no se detendrá
en el crepúsculo
de arreboles inesperados
ni en los insomnios
que remueve el alba,
ni tu voz quedará muda
en la razon de tus causas.
No des sentido al miedo,
negra esquina,
espera sin mañana
de un horizonte
de neblina y misterio,
donde rima la voz y el grito,
por las heridas de un altar
de sacrificios consumados
a épicas gloriosas
de delirios pasados.
Libera la luz
de tu mirada, prisionera
de ánfora hundida
en mares de angustia y odisea
y declinará mi naufragio
en el curso de tu historia.
Díaz Casares
https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-10-03/mallorca-descubrimiento-barco-romano-dos-milenios-garo-200_2267119/
El poema de Díaz Casares evoca una profunda sensación de **despedida, desapego y resignación ante un final inevitable**. A través de sus versos, se puede interpretar lo siguiente:
Renuncia y Aceptación:
El poema comienza con una renuncia a la culpa ("El delinquir de mi nombre") y al dolor ajeno ("la arruga de tus gritos"). El "yo" poético pide que no se le espere, sugiriendo una partida definitiva o una transformación profunda.
Súplica de Olvido:
Se pide activamente el distanciamiento ("Aleja la voz y la mirada"), como si la memoria y la conexión fueran una carga en un "espacio de ruegos incomprendidos".
Fluir Inevitable del Tiempo:
La petición de no detener la luz ("A la luz no la detengas") simboliza la aceptación de que el tiempo debe seguir su curso, con sus "arreboles inesperados" y sus "insomnios", sin intentar aferrarse al pasado.
Confrontación con el Miedo:
El poema se enfrenta a la oscuridad ("negra esquina") y a un futuro incierto ("horizonte de neblina y misterio"), donde el dolor y la voz se unen en "terribles heridas". Esto sugiere un pasado de sacrificios y glorias que ya no tienen cabida en el presente.
Naufragio en la Memoria del Otro: Finalmente, el "yo" poético se entrega a su destino, pidiendo solo el recuerdo de una "mirada ausente". Acepta su "naufragio" como parte de la historia de la otra persona, un evento trágico pero consumado dentro de una "odisea" mayor.
En resumen
El poema evoca la melancolía de un adiós, la aceptación de la pérdida y la conciencia de que, aunque el individuo desaparezca o "naufrague", su historia quedará grabada en la memoria y el ser del otro. Es un canto a la disolución del yo en el tiempo y en la historia de un amor o una relación pasada.



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