Las palabras
cupidos endiablados
atravesando corazones
... abandonan
el susurro tenue.
El amor se ha alejado.
Crispación en los ojos,
los labios
...la casa es fría
se volvió habitación
desnuda y agresiva.
Las palabras
ya no son susurros tenues
son espadas
y pinchos vegetales
que desgarran,
atraviesan, se clavan
en los ojos, en el pecho,
en la espalda.
Las palabras...
Díaz Casares
El amor y el conflicto son una dinámica relacional compleja donde los desacuerdos y las tensiones surgen naturalmente de las diferencias de personalidad, valores y necesidades. Los conflictos pueden ser destructivos o una oportunidad para fortalecer la relación, dependiendo de cómo se aborden, ya que una comunicación respetuosa, la empatía y la voluntad de resolver los problemas en equipo son clave para superarlos y hacer que el vínculo sea más sólido.
El poema evoca la transformación del amor en conflicto, el paso de la ternura a la violencia emocional.
Al principio, las palabras son “cupidos endiablados”, imágenes que mezclan el amor y la travesura, pero también el dolor: esos cupidos ya no unen, sino que atraviesan corazones. El lenguaje, que antes era un vehículo de afecto (“susurro tenue”), se convierte en arma, en herramienta de desgarro.
Hay una metamorfosis del espacio y del tono emocional:
- La casa, símbolo del refugio y la intimidad, se vuelve “fría”, “desnuda y agresiva”.
- Las palabras, antes suaves, ahora son “espadas” y “pinchos vegetales”, imágenes de naturaleza hostil y dolorosa.
El poema transmite, en esencia, la ruptura de la comunicación amorosa: cuando el amor se extingue, el lenguaje —que antes unía— se convierte en campo de batalla.
También puede leerse como una reflexión sobre el poder de la palabra: capaz de construir y destruir, de acariciar o herir



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